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Los retos para una convivencia ética y sostenible

19 Octubre - 2021
Mediació

Javier Wilhelm
Director del Máster en Mediación Profesional
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“Nunca es agradable estar enfermo, pero hay ciudades y países que nos sostienen en la enfermedad, países en los que, de cierto modo, puede uno confiarse. Un enfermo necesita a su alrededor blandura, necesita apoyarse en algo”, Albert Camus.

La vida que llevábamos antes de la covid-19 quizá no era perfecta, pero tenía un ingrediente esencial que nos aportaba seguridad: la normalidad, o la sensación de esta.

La realidad pospandemia se presenta con un ingrediente, que ahora más que nunca deviene global: la incertidumbre; lo que nos hace pensar que los y las profesionales que trabajamos para favorecer convivencia debemos prepararnos para afrontar un futuro, incierto, de la mejor manera que podamos.

Pensar que pasaremos de una situación traumática sin pagar una factura psicológica es, como mínimo, ingenuo, pero seguramente tiene que ver más con la puesta en marcha de un mecanismo de defensa que nos hace creer que el “tiempo lo cura todo” y que no debemos hacer nada.

Hemos de pensar en diseñar y poner en marcha, desde las políticas públicas, entornos amables en los que apoyarse y dejarse acompañar, necesitamos saber que no estamos solos, que podemos contar con el otro

Hemos de ser conscientes que los mecanismos adaptativos que hemos visto y vivido como sociedad comienzan a estar resentidos y, aparecen síntomas que ponen de manifiesto un malestar que debemos observar y en el que como profesionales de la mediación podemos actuar.

Quizá como nos advertía Camus, hemos de pensar en diseñar y poner en marcha, desde las políticas públicas, entornos amables en los que apoyarse y dejarse acompañar, necesitamos saber que no estamos solos, que podemos contar con el otro y que existen redes de apoyo institucionales que nos ayudarán a sentirnos conectados, tarea fundamental de una mediación transformativa.

La salud de una sociedad no depende pura y exclusivamente de la ausencia de patología o de sufrimiento, y además resulta menester contar con un aspecto “positivo” para poder hablar con propiedad de promoción del bienestar, es decir, un estado pleno de “salud”. Ampliando esta idea, la OMS sostiene que “la salud” refiere no solo al estado completo de bienestar físico y mental sino también social. Es así, que la salud en sentido amplio es básicamente una medida de la capacidad de cada persona, o sociedad, de su poder hacer o convertirse en lo que quiere ser”.

La clave de la idea de la OMS está en la promoción de la salud, y la prevención de situaciones que generen malestar, incomodidad, conductas adaptativas dañinas; y es aquí donde los y las profesionales de la mediación y la cultura del diálogo tienen un lugar destacado.

La covid-19 no solo ha atacado al organismo, también ha deteriorado la economía de las personas, generado incertidumbre sobre el presente, el futuro, y parte de la significación de la vida conocida.

No podemos pensar en soluciones del siglo XX para un mundo pospandemia, el mapa ya no responde al territorio, con lo que tendremos que innovar para poner en marcha sistemas de diálogo colectivos que promuevan la reflexión, en lugar de la reacción; la tranquilidad, en vez que el miedo paralizante, la convivencia frente a la sensación de aislamiento.

En el actual contexto de salida de la pandemia, al menos en ciertas partes del planeta, la forma de percibir el mundo por parte de las personas está alterada; el estrés generado por el aislamiento, la incertidumbre de una enfermedad poco conocida y sus posibles consecuencias han generado un impacto considerable en la vida de las personas y definitivamente en la manera de interpretar su bienestar y disfrutarlo, o padecerlo.

La covid-19 no solo ha atacado al organismo, también ha deteriorado la economía de las personas, generado incertidumbre sobre el presente, el futuro, y parte de la significación de la vida conocida. Pero también induce a repercusiones en la forma de experimentar el mundo, de vincularnos con nuestro prójimo, obligándonos también a reformular estrategias de afrontamiento (Anglim & Horwood, 2021) que nos permitan adaptarnos eficientemente a una nueva realidad.

La mediación nos da instrumentos para reparar y volver a tejer la red social que nos hace personas, barrio, comunidad y planeta.

Los próximos 21 y 22 de octubre, nos reuniremos un grupo de más de 300 mediadores y mediadoras de diversas partes del mundo en el VI Congreso Internacional sobre el Estudio de la Mediación y el Conflicto en la UPF-BSM, para pensar juntos y compartir estrategias, programas y metodologías innovadoras que promuevan paz, diálogo, comunidad, y sobre todo, proyectos de futuro, que al final son los elementos más vitales que los seres humanos tenemos.

Decía Víctor Frankl: “No basta con preguntarse por el sentido de la vida, sino que hay que responder a él, con la vida misma”. Podemos y debemos honrar la vida. La mediación nos da instrumentos para reparar y volver a tejer la red social que nos hace personas, barrio, comunidad y planeta.

ODS

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