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Barcelona y su dilema turístico

8 Febrero - 2022
hotels Barcelona

Josep Francesc Valls
Director de la Cátedra Escenarios de Futuro del Retail, Turismo y Servicios
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Siempre cabe la posibilidad de analizar las cosas viendo la botella medio llena o desde la perspectiva contraria. Al enfrentarnos al balance turístico de 2021 en Barcelona, nos encontramos ante la duda de si los datos deben compararse con los del año anterior o con los de 2019. Este es el dilema. 

Aunque los datos hoteleros todavía son insuficientes, se prevé que el MWC recibirá hasta 75.000 congresistas, que dejarán en la ciudad entre 100 y 200 millones de euros

Por un lado, vivimos la desgracia de la reducción a un tercio de los turistas de 2019; los hoteles de Barcelona han dejado de ingresar 2.500 millones de euros como consecuencia de la pandemia; y el 40% de los 35.000 trabajadores del sector están en ERTE. Por otro, hay que celebrar la buena noticia de que, en estos momentos, ya están abiertos 3 de cada 4 establecimientos y en verano lo estarán el 100%, como ha afirmado esta semana el Gremio de Hoteleros de Barcelona; que el Mobile World Congress (MWC) recibirá 75.000 congresistas, que dejarán en la ciudad entre 100 y 200 millones de euros; y que las otras ferias van a buen ritmo de contratación. 

En Barcelona, peor que en Madrid

En enero, el nivel de ocupación de los hoteles en la ciudad es situaba entre el 10% y el 15%. En diciembre, superaba los 40%. Este es el resumen de 2021. El Gremio de Hoteles ha dividido el año en tres periodos: 

  • El primer cuatrimestre, en línea del año anterior, no se superaba el 20% de ocupación y solo una quinta parte de los hoteles estaban abiertos.
  • El segundo, a raíz de la vacunación masiva antes de verano, estos porcentajes subieron hasta el 50%. 
  • El tercero, el rebote pandémico los volvió a reducir. El caso es que tras un año negro, se ha producido otro muy oscuro, hundiendo todo lo que afecta al turismo urbano.

Los clientes escasean y los precios de alojamiento se desploman a la mitad. Comparada con Madrid, duele contemplar como la situación en Barcelona ha sido peor por varios motivos.

En primer lugar, el efecto de la capitalidad del Estado: el hub aeroportuario ha sido más activo, ya que funcionarios, políticos y corporativos deben viajar como actividad indispensable. En segundo lugar, la centralidad geográfica ha permitido a Madrid atraer el público español, mientras que Barcelona, con una mayor dependencia del extranjero, no ha podido hacer lo mismo con su hinterland, parte del que está en el otro lado de la frontera. 

Comparada con Madrid, la situación en Barcelona ha sido peor por el efecto de la capitalidad del Estado y de la centralidad geográfica, entre otros

Este cúmulo de situaciones no ha permitido a Barcelona seguir liderando los dos últimos años de ocupación y precios hoteleros en España, como sí que había hecho en el pasado. De hecho, en este periodo, el aeropuerto de El Prat ha pasado de la sexta a la décimo primera posición en el ranking europeo, mientras que Barajas lo ha hecho de la quinta a la octava. Madrid, en definitiva, ha resistido mejor que Barcelona.

¿Vuelta a la normalidad?

Aunque parece que la pandemia se está desmovilizando, no es fácil plantearse hacia dónde ir. El MWC, a finales de mes, el ISE, Alimentaria, Seafood, el Congreso de Cardiología... todos los salones de este año parece que se animan, pero todavía alejados del pasado. 

En este contexto, la palabra más pronunciada estos días en los que se reduce la pandemia es "normalidad". Volver a ella significaría terminar la pesadilla y recuperar la situación anterior. Sin embargo, demasiado a menudo se obvia que la pandemia ha modificado varias funciones, entre ellas, la actitud de empresas y profesionales ante los viajes. 

El covid-19 nos ha descubierto que online puede reemplazar una parte de los traslados, algo que obliga a revisar el turismo de negocios. Ahora bien, es cierto que la extensión virtual de las manifestaciones feriales, a corto y medio plazo, no substituye el principal negocio del MICE (la gestión de los viajeros a la destinación: hoteles, restaurantes, ocio, transporte...). Esta realidad golpea especialmente a las ciudades que se han especializado.

De los más de 10 millones de viajeros que llegaron en 2019, el 56% llegaron por ocio y, el resto, entre el 21% y el 23%, lo hicieron por motivos de negocios o personales

De los más de 10 millones de viajeros que llegaron en 2019, el 56% llegaron por ocio. El resto, entre el 21 y el 23%, lo hacen por motivos de negocios o personales (Turismo de Barcelona, 2020). 

El hecho de esperar que todo vuelva a ser como antes ha impedido avanzar para visualizar este escenario de forma distinta y afrontarlo. El icono es todavía potente, pero no es capaz de atraer las visitas presenciales de antes. Hay que replantear el modelo.

Por un lado, reforzar el icono que es todavía potente. Enriquecerlo. ¿Por qué no con el Hermitage y otros atractivos del mismo estilo que atraen a públicos especializados? Por otro, abordar aquellos efectos nocivos inherentes al modelo anterior, descongestionando el centro que, como el nuevo Peuat, va en la buena dirección: nuevas áreas turísticas descentralizadas; incorporación masiva de nuevas tecnologías en reuniones presenciales; uso de estrategias y herramientas digitales para mejorar la experiencia del cliente en todo el recorrido de compra...

El dilema se resuelva si se identifican las oportunidades de ser una ciudad con menos turistas presenciales, generando la misma riqueza o más. A pesar de que hay órganos de decisión, toca nuevamente hacer el esfuerzo de escuchar a todo el mundo y juntar voluntades para marcar la hoja de ruta. 

ODS JF Valls CAT

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