Tú, tu compañía, tu pareja, tus vecinos y nosotros mismos, todos y todas, atendemos correos electrónicos, whatsapps o llamadas fuera de los horarios de trabajo (94,6%) a pesar de saber que es perjudicial para nuestra salud.
Desde el Observatorio de Liderazgo en la Empresa de la UPF Barcelona School of Management hemos realizado la investigación La desconexión digital, un derecho imprescindible para la salud. Hemos encuestado a 608 personas –con paridad de género– de todos los niveles y responsabilidades, de 93 empresas (entre públicas y privadas) pertenecientes a 40 sectores distintos de Catalunya. Los resultados nos ofrecen una radiografía clara de cómo en esta época de pandemia el teletrabajo ha desdibujado los límites del espacio (trabajamos en casa) y de tiempo (en horarios flexibles), de forma que la conectividad digital ha crecido hasta niveles de comportamiento adictivos que perjudican nuestra salud.
Preparamos la cena mientras contestamos un detallo insignificante que nuestro jefe nos pregunta por WhatsApp, encendemos la lavadora a continuación y corremos hacia el ordenador a reenviarle un documento que ahora dice que no encuentra en el maremágnum de la carpeta de entrada de los e-mails. Lo necesita para mañana, no para hoy, pero lo mandaremos ahora mismo.
Es de noche y seguimos mirando la pantalla del móvil. Es la primera cosa y la última que hacemos cada día (como indican el 76,8% de los sondeados). Nos sentimos mejor informados (89,1%), pero cada vez más aislados emocionalmente (46,7%). La luz azul que desprende el dispositivo tiene una frecuencia de ola que sobreestimula el córtex, engaña a nuestro cerebro y no le permite generar la melatonina que se necesita para dormir bien. El sonido de los mensajes provoca respuestas hormonales con el aumento de la adrenalina.
La productividad de la empresa no aumenta por estar todo el día conectado digitalmente, pero las personas se sienten empujadas a estar conectadas permanentemente por el compromiso con la organización
Las alteraciones regulares del sueño están asociadas con la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas, el cáncer, ciertos trastornos psíquicos, una mayor siniestralidad y un menor rendimiento en el trabajo. Las personas necesitan desconectar y descansar.
En la investigación constatamos que la mayoría de los encuestados trabajan más de 40 horas semanales (55,7%), están estresados a causa de la situación que comporta la pandemia (65,6%), sienten fatiga digital (54,3%) y muchos no descansan bien siete u ocho oras diarias (41,9%). Saben que la productividad de la empresa no aumenta por estar todo el día –festivos incluidos– conectados digitalmente, pero, a pesar de ello, las personas se sienten empujadas a estar conectadas permanentemente por el compromiso con la organización.
El fundamento del derecho de desconexión digital se basa en el derecho al descanso. Se trata de un derecho básico que ha resurgido con la utilización extensa de las nuevas tecnologías.
En enero de 2021, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reclamaba a los gobiernos que establecieran medidas específicas para contrarrestar los riesgos psicosociales de las personas que trabajan en casa. Constataba el informe que los trabajadores tienen unas condiciones laborales peores. También a principios de este año, el Parlamento Europeo reclamaba a la Comisión Europea una legislación que garantice a los trabajadores el derecho a desconectarse digitalmente sin tener miedo a represalias.
Vemos antecedentes de la regulación del derecho a la desconexión laboral en Francia. En 2017 se aprueba la Ley El Khomri, donde se especifica el derecho a la desconexión digital con similitudes con los Derechos Humanos, internacionalmente reconocidos.
A falta de una legislación detallada, la negociación colectiva o el acuerdo con la representación del personal se convierte en el único instrumento para dotar de concreción la desconexión digital
El derecho a la desconexión digital se introduce en España en diciembre de 2018 con la Ley de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales, que se refuerza en septiembre de 2020 (en plena pandemia de covid-19) con un nuevo decreto sobre el trabajo a distancia.
Pero, a falta de una legislación detallada, la negociación colectiva o el acuerdo con la representación del personal se convierte en el único instrumento para dotar de más concreción la normativa del ejercicio del derecho a la desconexión digital.
La percepción que la muestra encuestada tiene de su sobreconectividad digital en el ámbito de la empresa nos lleva a hacer 10 recomendaciones:
Los resultados del estudio se presentarán mañana en PIMEC