Tatiana Kourochkina
Cofundadora y directora de Fundación de Arte & Ciencia Quo Artis
Alumni Máster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental
Para muchas personas, un proyecto artístico basado en los datos científicos puede ser más elocuente que una publicación científica
¿Por qué has decidido dedicar tu vida a la Ciencia y al Arte?
Tatiana Kourochkina (T.K.): No lo escogí. Es decir, no lo había planeado de esta manera, sino que empecé a trabajar en el campo del arte moderno y contemporáneo en general, primero como marchante y después como galerista. Cuando, en 2011, descubrí el concepto de BioArte, se me abrió toda una nueva dimensión. Empecé a profundizar en la materia y descubrir a los artistas y trabajos increíbles, también en otros campos del arte, que tienen un componente científico. Fue emprender un camino sin retorno y desde entonces me dedico solo al arte y a la ciencia.
Probablemente, esta inclinación tiene que ver con el entorno en el que crecí. En mi familia todos eran científicos de campos diversos: biólogos, físicos nucleares, ingenieros electrónicos y agrónomos… Viví en una ciudad grande, Moscú, y mi madre me llevaba cada semana a los teatros y a los museos. Me sentía muy fascinada por algunos cuadros, sobre todo por aquellos que representaban algún momento histórico: una guerra, una coronación, una ejecución de rebeldes, etc. Cuando crecí, estudié historia. Cuando estoy en un ambiente científico-artístico me siento en casa, en conexión con mis raíces.
Como este tipo de arte no tiene mercado –es difícil de coleccionar por varias razones–, la mejor estructura jurídica para las compañías que quieren trabajar en este sector es una organización sin ánimo de lucro. Quo Artis está registrado como una función y esto le permite solicitar fondos públicos y recibir donaciones y patrocinios.
¿Qué impacto social crees que tiene tu trabajo en Quo Artis? ¿De qué manera crees que estáis contribuyendo a la sostenibilidad y a la preservación del medio ambiente?
T.K.: Desde que empezó Quo Artis, muchos de los proyectos que hemos gestionado y seguimos gestionando han tenido una motivación clara hacia la sostenibilidad y concienciación sobre las crisis medioambientales. Creo que las prácticas artístico-científicas abordan estas temáticas de una manera que ayuda a una mayor difusión y comprensión del problema. El arte entra a través de las emociones y la ciencia, a través del análisis y la razón. El Arte y la Ciencia juntos comunican el mensaje de forma más eficaz y multiplican exponencialmente el número de personas a las que puede llegar.
En estos momentos, por ejemplo, estamos llevando a cabo un proyecto que se llama "Roots & Seeds XXI. Biodiversity Crisis and Plant Resistance" que, tal y como indica su nombre, trata la crisis de la biodiversidad en el mundo vegetal. Para muchas personas, un proyecto artístico basado en los datos científicos sobre, por ejemplo, los daños provocados al ecosistema por la agricultura o ganadería intensiva, puede ser más elocuente que una publicación científica.
¿Cuáles crees que son las barreras más comunes y difíciles que encuentran las mujeres al emprender sus propios proyectos? ¿Cuáles son los retos a los que se enfrentarán en los próximos años?
T.K.: Creo que las barreras son las mismas para las mujeres y para los hombres, y tienen que ver con nuestros miedos a las dificultades, a la pérdida de estabilidad, a las incertezas que cualquier iniciativa nueva conlleva. Al empezar Quo Artis no tuve ninguna dificultad en particular por ser mujer. Pero sí que todo cuesta un poco más cuando eres extranjera: no cuentas con la misma red de apoyos y contactos y antes de lanzarte a crear tu empresa has de aprender otro idioma y solucionar tu situación legal en el nuevo territorio. Eso quita tiempo y energía.
Inaugurar un proyecto no es difícil, lo que cuesta es mantenerlo. Una vez que la empresa ha comenzado a funcionar, es cuando pueden surgir dificultades a todos los niveles. También conflictos. En mi caso concreto, sucedió que los tres conflictos irresolubles que yo tuve fueron con hombres. Eran personas de mentalidad anticuada, que no les permitía dialogar ni buscar soluciones satisfactorias para ambas partes. Creo que son ellos los que han de enfrentarse a los retos de dejar atrás la vieja costumbre de dar puñetazos sobre la mesa cuando algo no les gusta y aceptar que una mujer no va a ceder a sus presiones y órdenes si no están bien argumentadas y no aportan valor al proyecto.
¿Qué consejos lanzarías a las mujeres que se plantean emprender sus propios proyectos?
T.K..: Les diría a las mujeres y a los hombres que no se estresen por hacerlo todo perfecto desde el primer día. Cada proyecto se va perfilando a medida que pasa el tiempo y se van produciendo actividades. Van a aprender con cada paso y a hacerlo siempre mejor de forma gradual. Aún y así, nunca será todo impecable. Otra cosa necesaria es estar abiertos a las oportunidades, ser flexibles y poder modificar las estrategias que inicialmente pensábamos implementar.