Jaime Batlle, Director Académico del Postgrado en Desarrollo Directivo en Negocios Sostenibles
La invasión de Ucrania por parte de Rusia avanza con una lógica implacable. No hay ninguna duda de que el objetivo de Rusia es anexionar todo el país, lo cual, dada la superioridad militar sobre Ucrania, ocurrirá en cuestión de días o semanas, con el consecuente baño de sangre, pérdida de vidas humanas y sufrimiento.
La repuesta de occidente es clara. No habrá intervención militar como respuesta a la agresión, con lo que Rusia ya sabe que tiene abierto el escenario para consumar la anexión de Ucrania. Esto es así por una sencilla razón. Europa no tiene capacidad militar de contención y respuesta al órdago lanzado por Rusia a occidente. Rusia lo sabe y juega con ventaja sus cartas. La duda está en el próximo movimiento ruso tras la anexión de Ucrania.
No será fácil administrar un futuro en el que un país europeo de la importancia estratégica de Ucrania es administrada por una potencia autoritaria y hostil a occidente
No será fácil administrar un futuro en el que un país europeo de la importancia estratégica de Ucrania es administrada por una potencia autoritaria y hostil a occidente, tan alejada de la cultura de libertad europea. A Europa se le ha abierto una herida moral y económica que no puede sanar porque no dispone de fuerza de contención suficiente.
Esto implicará, sin duda, un reenfoque de la credibilidad en la capacidad de Europa para llevar a cabo su proyecto social basado en la libertad. No tanto porque se considere un camino errático, sino porque la evidencia de la impotencia y la imposibilidad de evitar el daño moral de la anexión de Ucrania por parte de Rusia pesará como una losa en forma de conciencia de la propia debilidad europea.
Es innegable que la invasión y posterior anexión de Ucrania supone un momento de ruptura que es preciso observar desde una doble óptica: la del corto y la del medio-largo plazo. A corto plazo hará su aparición una muy importante crisis económica de impredecibles consecuencias. La crisis se evidenciará en un aumento de la inflación que generará subidas de tipos.
Las subidas de tipos son un enemigo mortal por los elevadísimos niveles de deuda europeos. Es una incógnita como será la caída tras el experimento Draghi, a punto de tocar a su fin. La tarea consistirá en generar un aterrizaje suave, pero nadie puede garantizar eso sobre el escenario de un entorno tan inestable.
La segunda derivada a la que tendrá que hacer frente Europa será la gestión de 5 millones de refugiados que tendrá que acoger, bajo un escenario económico de crisis e incertidumbre, sin contar la presión migratoria procedente de oriente medio y el Magreb.
El peor escenario sería una expansión militar rusa hacia los países Bálticos, Finlandia o incluso Polonia tras anexionarse Ucrania
A largo plazo notaremos el efecto del movimiento de estas placas tectónicas y será cuestión de años sentir sus efectos.
Una Europa más débil, menos competitiva, económicamente quizá partida en dos velocidades. Descifraremos la incógnita de cómo es digerido el impacto migratorio. Veremos la preponderancia de China, la amenaza ya clara de Rusia hacia su occidente cercano, el impacto en la economía del gasto militar que tendrá que acometer Europa.
Y todo ello en el mejor de los casos. Ni lo imaginamos porque no lo hemos vivido y no deseamos que ocurra. El peor escenario sería una expansión militar rusa hacia los países Bálticos, Finlandia o incluso Polonia tras anexionarse Ucrania.
Un crack estructural de la economía a causa de la presión de la deuda unida a lo anterior, generaría una tormenta perfecta hacia el desastre.
No nos pongamos en lo peor. Todo es susceptible de ir con vector de colisión a desastre. Las cosas pueden mejorar, pero nada hay más peligroso que un dictador con poder en las botas, cuando se ha quitado la careta definitivamente y no se le ofrece una salida, que cada día que pasa está más lejana.
Habrá que gestionar esta crisis con gran inteligencia técnica y política. Corresponde a la clase política europea dar un paso al frente.