Jaime Batlle
Director del Postgrado de Desarrollo Directivo en Negocios Sostenibles
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Asistimos actualmente a una serie de circunstancias que aceleran el paso a un nuevo paradigma en el ámbito político, económico y social de Occidente.
El entorno que surgió en Europa y Estados Unidos al finalizar la II Guerra Mundial estuvo caracterizado por la consolidación de sistemas democráticos y un sistema económico expansivo. Desde el final del conflicto bélico, los acontecimientos que han precipitado el cambio al que ahora asistimos son:
Estos acontecimientos han contribuido a un desequilibrio ante el que Occidente ha mirado hacia otro lado, cuando no lo ha provocado abiertamente.
El cambio climático es una consecuencia que generará unos costes añadidos inasumibles en medio de un escenario dominado por la ingente cantidad de deuda y el fin del milagro Draghi
La caída de las torres gemelas de Nueva York fue una de las respuestas a esa hegemonía, lo que provocó una política exterior de EE.UU. en Oriente Medio agresiva, intervencionista y extractiva, a la que tuvo que poner fin mientras el terrorismo islámico más mediático se centraba en una ya debilitada Europa. Esa política relegó a Rusia a ser un país paria internacional y, de aquí, la derivada, en gran parte, de la invasión y guerra en Ucrania.
Desde la base y el fundamento, el abandono del patrón oro dio lugar a la economía especulativa financiera y el consecuente aumento de la deuda a niveles inabarcables, mientras que Internet facilitó la irrupción de la tecnología como instrumento de producción en el que el factor humano deja de ser decisivo, con la consecuente desaparición de la clase media tanto en Europa como en Estados Unidos.
El cambio climático es una consecuencia muy grave, no resuelta, que generará unos costes añadidos inasumibles en medio de un escenario dominado por la ingente cantidad de deuda a devolver y el fin del milagro Draghi.
A su vez, emergen cambios geopolíticos en el que lo más importante es el ascenso de China como superpotencia y en condiciones de discutir la hegemonía mundial a los EE.UU.
Por debajo de estos problemas estructurales no resueltos, emergen cambios geopolíticos en el que lo más importante es el ascenso de China como superpotencia, en condiciones de discutir la hegemonía mundial a los Estados Unidos al tiempo que Europa pierde peso económico y tecnológica.
Este es el escenario que orientará el cambio de paradigma, dominado por la involución en el ámbito occidental -especialmente en Europa, y veremos si también en Estados Unidos-, mientras se abre un periodo de expansión para China y las economías emergentes asiáticas, que sin lastres ni hipotecas derivadas de la digna e irrenunciable libertad occidental, están dispuestas a tomar el mando, sobre la base de la liquidez, cimentada tras años de superávits en sus balanzas de pagos, concretados en parte en las elevadas tenencias de deuda pública norteamericana en manos de China y Japón, aunque con fines probablemente diferentes en ambos países.
La historia camina lenta pero inexorable hacia un escenario en occidente poco prometedor. Europa en su conjunto, no podrá asumir la ingente cantidad de deuda, lo que probablemente llevará a una fragmentación económica en la que los países menos productivos no tengan otra salida que devaluar, dado que no parece probable que los países más productivos del viejo continente estén dispuestos a asumir la ingente deuda de los países del sur si esto pone en riesgo sus propias economías.
En este sentido, no es descabellado pensar que la moneda mutua (euro), pueda sufrir una importante reestructuración o incluso, su desaparición.
No solamente se atisba un escenario en el que seremos más pobres, sino que está por ver la importancia de la penetración estratégica china en Europa y lo que Estados Unidos esté dispuesto a aportar y a competir con Pekín en territorio europeo cuando la partida real a futuro se juega en Asia y el Pacífico.
No es descabellado pensar que la moneda mutua, el euro, pueda sufrir una importante reestructuración o, incluso, su desaparición
Rusia asimilará Ucrania, lo que añadirá presión de seguridad a una debilitada Europa y eso será una ventaja para las aspiraciones chinas en el continente. Las tensiones de la deuda y la inflación dispararán los tipos de interés y Europa es muy probable que se convierta en un territorio de dos velocidades económicas. Un norte próspero pero dependiente de Estados Unidos y de China, y la parte meridional, balneario económico devaluado. Veremos cómo resolverán esto Italia y España en el ámbito de la conflictividad y su onda expansiva.
No sería descabellado pensar que el destino del sur de Europa se defina en los próximos 15 años y se oriente a un escenario a medio camino entre lo que hoy es América Latina y el sueño de una Unión Europea que se vislumbra irrealizable.
Es tiempo de incertidumbre, como siempre que parece que la historia se acelera.