Hacia un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles

Marcos Eguiguren. Associate Provost UPF-BSM y director de la Cátedra de Finanzas Sostenibles en colaboración con Triodos Bank. 

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El Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles es una iniciativa pionera de índole global para ayudar al mundo a cumplir los objetivos del Acuerdo de París y proporcionar los marcos necesarios, mediante el fomento de la cooperación internacional y acelerando la transición a la energía limpia, de cara a poner fin a la expansión del carbón, el petróleo y el gas, a la vez que se elimina gradualmente la producción existente. La iniciativa aboga por hacerlo de una manera rápida pero justa, de forma que ninguna persona, comunidad o país, se quede atrás y de acuerdo con lo que la ciencia muestra que es necesario para hacer frente a la crisis climática. 

La iniciativa, que puede consultarse en detalle en su sitio web, nace de la comprobación de que el Acuerdo de París no menciona explícitamente los combustibles fósiles, o de que, dentro de los principales resultados de la COP27, tampoco se hace ninguna referencia específica al petróleo o al gas. Los promotores de este movimiento, que gozan del apoyo de numerosos científicos, organizaciones transnacionales, parlamentarios y otros políticos electos de muchos países, en especial de países emergentes, de algunos gobiernos y de muchas ciudades y gobiernos subnacionales, claman contra el hecho de que, mientras se suceden las COP, los compromisos y las declaraciones de todo tipo por parte de los gobiernos, se continúa expandiendo la capacidad de producción de combustibles fósiles como si su proliferación no tuviera nada que ver con el cambio climático. 
 
Recientemente, en España, el banco ético Triodos Bank, y con el apoyo de un grupo de empresas y líderes de opinión, ha remitido una carta a la ministra  para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, solicitando que España se posicione a favor de un tratado de estas características en la próxima COP28 y para que busque el apoyo de otros gobiernos en la persecución de ese objetivo. En el fondo, no debería parecer nada extraño; ya en octubre de 2022, el Parlamento Europeo, en su resolución formal acerca de la COP27, efectuaba una llamada para que se alcanzara un acuerdo sobre el futuro de los combustibles fósiles. Estaríamos hablando de hacer realidad lo que el Parlamento Europeo lleva tiempo reclamando.

“Ya no basta con fijar compromisos climáticos que muy pocos cumplen, se trata de llegar a un mínimo acuerdo sobre cómo lo vamos a hacer.”

Aunque puedan existir otras causas adicionales o aceleradoras detrás del cambio climático, existe un consenso científico generalizado de que la utilización de combustibles fósiles y la emisión de gases de efecto invernadero que conlleva, es uno de los motivos fundamentales de ese estrés climático que afronta el planeta. No me cabe tampoco la menor duda de que, todavía durante mucho tiempo, la humanidad necesitará recurrir a la energía proveniente de los combustibles fósiles, aunque debería ser de forma necesariamente descendente, para poder mantener sus niveles de desarrollo. Por ambos motivos, un tratado de estas características y, sin entrar en los detalles, puede tener sentido. 

Un tratado que obligue a todas las naciones del planeta, un tratado que describa mejor la descarbonización como un proceso, sin perjudicar a unos países en detrimento de otros, que reconozca también la necesidad de que, durante mucho tiempo, se seguirá necesitando inversión nueva relacionada con los combustibles fósiles, aunque la parte del león se la lleven las nuevas fuentes de energía y las tecnologías que favorezcan su ahorro. Si existe un problema planetario, reconozcámoslo todos y pactemos las bases mínimas sobre cómo lo vamos a gestionar. Ya no basta con fijar compromisos climáticos que muy pocos cumplen, se trata de llegar a un mínimo acuerdo sobre cómo lo vamos a hacer.