Mariano de las Heras
Director del Postgrado en HR Global Mobility
Globalización, incertidumbre y adversidad son los conceptos que toda empresa u organización debe tener hoy muy en cuenta para impulsar cualquier proyecto. Las oportunidades de negocio a nivel global acarrean retos nunca vistos hasta la fecha y requieren de una alta preparación. Una preparación que deberá tener presente un factor fundamental: la interacción con personas de distintos países.
La inteligencia cultural emerge en este contexto como un concepto fundamental y relevante que permitirá a profesionales y empresas poder estar preparadas y obtener con éxito los objetivos marcados en los diferentes proyectos globales que impliquen la gestión y el trabajo con personas de distinta identidad cultural.
En etapas anteriores a la aparición del concepto de Inteligencia Cultural, se consideraba un componente clave para ejercer el liderazgo un alto nivel de coeficiente intelectual (CI). Sin embargo, para poder desarrollar la capacidad de analizar información de forma rápida e inteligente fue necesario incorporar otro nuevo componente: la inteligencia emocional (EQ). Un nuevo aspecto con el que los líderes comprenden e interactúan con sus colaboradores de una forma más creíble y real.
Ante el reto de la globalización para las empresas, dichos conceptos se complementaron con un nuevo conjunto de habilidades que dieron lugar al Coeficiente Cultural (CQ) o a lo que se conoce como Inteligencia Cultural, que permitió a los líderes conocer y relacionarse con personas de distintos entornos culturales.
Inteligencia Cultural es un término que se usa en negocios, educación y empresas, pero que surge a partir de la unión de los siguientes aspectos: cultura + inteligencia.
Un concepto relativamente reciente, introducido en 2003 tras las investigaciones realizadas por Christopher Earley y Soon Ang en su libro Cultural Intelligence: Individual Interactions Across Cultures y que se hizo aún más reconocido después de una revisión en la edición de octubre de 2004 de Harvard Business Review. Posteriormente, fue ampliado por David Livermore en el libro Leading with Cultural Intelligence.
¿Cómo se podría definir, pues, la Inteligencia Cultural?
De entre las múltiples definiciones que podemos encontrar en distintos libros, blogs y artículos, podríamos decir que:
"La inteligencia cultural es la capacidad de interactuar con eficacia y de forma fluida en diferentes contextos o desafíos interculturales".
Una capacidad fundamental que permitirá relacionarse y trabajar de forma eficaz con distintas culturas, lo que la convierte en una ventaja competitiva y diferencial, imprescindible para convivir en los actuales entornos de globalidad.
Conectar a nivel emocional con diferentes interlocutores –estableciendo relaciones de confianza– con el objetivo de poder superar las denominadas barreras culturales, consideradas como riesgo en las distintas negociaciones, acuerdos y gestión de equipos multiculturales.
Diversos estudios consideran la inteligencia cultural como una evolución natural de la inteligencia emocional. Se trata de avanzar un paso más en cuanto a entender y comprender a individuos y personas culturalmente diferentes.
Trabajar la inteligencia cultural permite estar en conexión con los valores, actitudes, creencias y lenguaje corporal de personas culturalmente distintas a la nuestra. Es una herramienta flexible que puede servir para entender mejor las diferencias entre ciertos comportamientos y actitudes arraigados en las personas, así como para identificar reacciones con el objetivo de interactuar de forma controlada y adecuada ante las distintas circunstancias y acontecimientos generados por todo tipo de actividad multicultural.
Dentro de las diferentes políticas que forman parte de un proceso de movilidad internacional, la adaptación cultural es, desde mi modesta opinión, uno de los aspectos que, desafortunadamente, no se desarrollan o contemplan con la rigurosidad que merece y, como consecuencia de ello, supone una parte activa en el posible fracaso del proyecto de negocio o expansión internacional.
Para una empresa, tener en cuenta este factor clave basado en invertir en formación cultural e integración a los profesionales desplazados en un determinado proceso puede contribuir de forma significativa a reducir el porcentaje de fracaso de un proyecto.
En un momento como el actual, en el que la crisis global provocada por el virus de COVID-19 ha impactado de forma directa en la movilidad internacional, este factor –basado en el desarrollo de competencias culturales (CQ o Inteligencia Cultural)– se convierte en una decisión estratégica para todo proceso de movilidad internacional y en concreto, para lograr su rentabilidad (ROI).
Formar culturalmente a una persona desplazada es primordial para aprender a gestionar sus expectativas en los diferentes destinos respecto a diferencias culturales y al entorno laboral con el que va a convivir.
Un factor clave que también va a impactar en un escenario posterior ligado a la transferencia del conocimiento por la experiencia adquirida que los profesionales desplazados van a aportar a la organización en aspectos tales como una plantilla de soluciones más creativa y un mayor nivel de perspectiva en cuanto a metodologías y nuevas ideas.
Partiendo de todo lo anteriormente expuesto en este documento y focalizándonos en la Movilidad Internacional, ¿se podría afirmar que para una empresa invertir en Inteligencia Cultural es un factor clave y fundamental para la consecución de sus objetivos y estrategia internacional?
La respuesta es, sin la menor duda, SÍ.
Se ha demostrado –y de hecho hay estudios que así lo han confirmado– que este tipo de habilidades que permiten trabajar y relacionarse de forma efectiva con personas de otras culturas es una competencia fundamental. Se llega a la conclusión que toda empresa que ha fomentado y desarrollado la inteligencia cultural ha logrado ser más competitiva y, como consecuencia de ello, ha logrado alcanzar sus objetivos tanto de negocio como estratégicos.
Apostar por formar y desarrollar a sus profesionales desplazados o expatriados en esta competencia es, para una empresa, un factor clave y fundamental, además de una ventaja competitiva y diferencial dentro de su entorno y sector.
Ante este diagnóstico, la UPF Barcelona School of Management organiza un webinar sobre los retos a los que se enfrenta la movilidad internacional del talento con la participación de Judith Sans, People Advisory Servies y socia de Ernst & Young Abogados; Eva Roca, Talent Acquisition Manager de Iberia Global Human Resources y de Schnider Electric; Pablo D'Angelo, director internacional de RR.HH. de Caixabank y Alfonso Bustos, Learning & Development Manager de EMEA y Ricoh España en España y Portugal.
Para acceder al webinar, pincha en el siguiente enlace: