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Biden y su política exterior: ¿mucho ruido y pocas nueces?

18 Enero - 2021


Claudia Canals

Clàudia Canals
Profesora en MSc in International Business
Lead Economist de CaixaBank

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Una de las grandes incógnitas que deberá resolver la presidencia de Biden es hasta qué punto la era Trump ha marcado un antes y un después en la capacidad de EE. UU. de liderar propuestas en el ámbito de a cooperación multilateral

Joe Biden

A un día de la toma de posesión de Joe Biden como el presidente número 46 de Estados Unidos y deseando un relevo pacífico, las esperanzas puestas en la política exterior de la nueva Administración son, seguramente, excesivas. Pero ¿qué podemos esperar en materia exterior del nuevo huésped de la Casa Blanca?

Acercamiento con Europa, pero ¿a qué precio?

Con la victoria de Biden se habla de un acercamiento con el Viejo Continente. A fin de cuentas, las alianzas forjadas entre EE. UU., Europa occidental y Japón dieron lugar al "orden liberal internacional" que rigió buena parte del mundo durante más de 70 años. Un orden que promulgaba las democracias representativas, la economía de libre mercado, el multilateralismo comercial y la cooperación internacional, entre otros valores liberales compartidos. Y aunque en la actualidad este orden liberal esté claramente en entredicho, EE. UU., Europa y Japón todavía comparten intereses y valores comunes.

La alianza con EE. UU. puede suponer perder el tren de la actual revolución industrial para una Europa sin grandes campeones tecnológicos y con una importante dependencia de China

En esta ocasión, el más que probable acercamiento transatlántico tendrá mucho que ver con la necesidad estadounidense de buscarse aliados en la lucha contra la emergencia de China. Pero Europa deberá ser cuidadosa con este acercamiento, pues puede resultar en un arma de doble filo. La alianza con EE. UU. puede suponer perder el tren de la actual revolución industrial (la 4.0) para una Europa sin grandes campeones tecnológicos y con una importante dependencia de la tecnología china, en especial, en el despliegue de su red 5G. Por otro lado, las relaciones comerciales y de inversión entre EE. UU. y la UE siguen siendo de las más intensas a nivel mundial, por lo que un mayor acercamiento geopolítico entre ambas potencias puede ser mutuamente beneficioso en términos económicos.

Continuidad en el desacoplamiento con China

El proceso de desacoplamiento (o decoupling) entre EE. UU. y China será un frente de continuidad con la legislatura de Biden. Se trata de una tendencia con un amplio consenso bipartidista en el país, por lo que no cambiará de forma abrupta con la entrada del nuevo inquilino en la Casa Blanca. Aunque debe decirse que, probablemente, la manera de enfocar la rivalidad con China será más diplomática y posiblemente se apoye en alianzas estratégicas como la ya mencionada con Europa.

Este mismo enero tres empresas chinas podrían dejar de cotizar en la Bolsa de Nueva York como consecuencia de la ley aprobada en el Senado estadounidense a mediados de 2020 y que aumentaba el control sobre todas las compañías chinas que cotizan en los parqués del país

Recuérdese que el decoupling escaló de forma repentina en 2018 con las distintas subidas arancelarias impuestas por el ejecutivo estadounidense. El propio conflicto comercial ya incluía restricciones tecnológicas en sus inicios, pero dichas restricciones aumentaron considerablemente en agostos de 2020 cuando EE. UU. Incrementó las limitaciones de adquirir tecnología estadounidense a Huawei y a otras grandes empresas tecnológicas chinas. Asimismo, a mediados de 2020, el Senado estadounidense aprobó una nueva ley que aumenta el control sobre todas las compañías chinas (no solo las tecnológicas) que cotizan en los parqués del país y que podrían comportar la expulsión de algunas de ellas. De hecho, este mismo mes de enero tres empresas chinas podrían dejar de cotizar en la Bolsa de Nueva York.

Más allá de las consecuencias que el conflicto inflige tanto en EE. UU. como en China, este tiene consecuencias de carácter global. Así, por ejemplo, para el caso de Europa ya hemos visto cómo puede encontrarse en una situación difícil en términos de desarrollo tecnológico si las tensiones se recrudecen. Por otro lado, la actual guerra tecnológica también tiene el potencial de debilitar los avances en el ámbito de la gobernanza tecnológica internacional. Las nuevas tecnologías necesitan de un marco regulatorio internacional para minimizar los potenciales e importantes efectos disruptivos sobre la economía y la propia sociedad. Sin embargo, la cooperación en este aspecto puede resultar difícil en un entorno donde los dos máximos exponentes tecnológicos están en plena batalla.

Reconexión parcial con el multilateralismo

Finalmente, EE. UU. buscará una reconexión con diversos organismos multilaterales tras las desavenencias y las renuncias ocurridas durante la Administración Trump. Sin embargo, en este punto es justo decir que una de las grandes incógnitas que deberá resolver la presidencia de Biden es hasta qué punto la era Trump ha marcado un antes y un después en la capacidad de EE. UU. de liderar propuestas en el ámbito de la cooperación multilateral. Un liderazgo que, hasta el momento, tampoco ha encontrado un sólido relieve en Europa, y que China anhela conquistar.

No tardaremos en ver cómo EE. UU. vuelve a formar parte de la OMS, de la que se retiró hace pocos meses. Asimismo, Biden ha prometido que pedirá la reincorporación al Acuerdo del Clima de París

Seguramente no tardaremos en ver cómo EE. UU. vuelve a formar parte de la Organización Mundial de la Salud, de la que se retiró hace pocos meses en medio de la peor pandemia que ha vivido el mundo en 100 años. Asimismo, Biden ha prometido que pedirá la reincorporación de EE. UU. al Acuerdo del Clima de París en su primer día de mandato. En el ámbito del cambio climático, precisamente, es donde el nuevo presidente podría intentar abrir nuevas y extensas vías diplomáticas, incluso con el gigante asiático (principal emisor mundial de carbono). Al fin y al cabo, difícilmente podremos combatir una amenaza global de este calibre sin un compromiso y una cooperación multilateral que estén a la altura.

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