¿Podemos vivir una vida sin Meta?

Alberto Guevara Lempira
Profesor del MSc in Marketing
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Meta (anteriormente conocida como Facebook Inc.)  fue noticia cuando anunció que podría tener que retirar algunos de sus "productos y servicios más significativos" de Europa debido a la creciente presión de los reguladores para evitar la transferencia de datos de usuarios europeos a centros de datos en los Estados Unidos.

El fallo de 2020 que invalidó la iniciativa Privacy Shield, un marco para transferir datos de la UE a EEUU, ha cambiado el panorama para muchas empresas tecnológicas que “dependen” en la centralización de sus bases de datos para nutrir y mejorar sus servicios, especialmente los publicitarios.

¿Qué tan en serio está hablando Meta?

Al analizar la viabilidad de Meta para dejar el Europa, necesitamos ver el desempeño financiero de este mercado y su contribución al modelo de negocio de la compañía.

Europa representó el 25% de los ingresos de Meta en 2021 con más de $ 29 mil millones; es el segundo mercado más grande para Meta justo después del mercado estadounidense. Está 7 puntos por delante del tercer mercado, que es Asia-Pacífico.  Por lo tanto, podríamos estar de acuerdo en que esta no sería una elección trivial para la compañía.

Desde esta perspectiva, algunos líderes y representantes europeos han hecho referencia al bluff (usando términos propios del Póker) de Meta con Robert Habeck, ministro de Economía alemán, y Bruno Le Maire, ministro de Finanzas francés, comentando en tono de broma cómo han vivido sin Facebook y Twitter después de que sus cuentas se vieran comprometidas y afirmando que "...la vida ha sido fantástica" sin estas redes sociales en sus vidas.

Pero ¿quién tiene más que perder?

Los legisladores y reguladores generalmente ven la realidad desde la perspectiva de sus electores o del público. Su trabajo es, después de todo, garantizar que los derechos fundamentales de los ciudadanos estén garantizados. 

La respuesta lógica a esta pregunta sería: Sí. Sin embargo, las cosas en los tiempos actuales no son tan triviales.

Hay, sin embargo, otra cara de la moneda. Una de las razones por las que la plataforma publicitaria de Meta es tan exitosa es porque ayudó a democratizar el acceso a audiencias conectadas de consumidores a todo tipo de negocios. Desde grandes corporaciones hasta propietarios de pequeñas empresas, pueden llegar a millones de clientes potenciales en solo minutos después de establecer una campaña.

Esta herramienta permite algo que hace 20 años habría sido increíblemente costoso de lograr para las pequeñas empresas. También permitió la internacionalización de un número significativo de empresas que pueden ahora dirigirse fácilmente a clientes en diferentes ubicaciones geográficas e incluso vender sus productos directamente desde Facebook o Instagram.

Al considerar todos estos elementos, tenemos el siguiente paisaje:

• Meta: Riesgo de perder ventas y cuota de mercado.
• Reguladores de la UE: Riesgo de perder el apoyo de electores.
• Usuarios:Riesgo de perder herramientas de comunicación.
• Negocios: Riesgo de perder acceso a una de las prinicpales plataformas de publicidad digital.
   

No está claro quién tiene más que perder, y nos hace preguntarnos si empresas como Meta se han vuelto "demasiado grandes para caer".

El alcance real de Meta

Sin duda, si vives en Europa o incluso en muchos países de América Latina, tu plataforma de mensajería instantánea de preferencia puede que sea WhatsApp, otro servicio más propiedad de Meta.

A pesar de que no se mencionó explícitamente en el informe anual como uno de los posibles servicios a retirar del mercado europeo, puede ser difícil visualizar un escenario en  el que, de repente, perdamos la plataforma de comunicación líder.

El hecho es que hay muchas alternativas a WhatsApp que son más seguras, cuidadosas con la privacidad de los usuarios y con más funcionalidades, como Telegram o Signal. Sin embargo, sabemos a ciencia cierta que, en un mercado libre, es el mercado (o los consumidores) quien finalmente define cuáles son las alternativas o productos preferidos, y WhatsApp representa más del 48% de la cuota de usuarios en Europa para la mensajería instantánea.

La mensajería es solo uno de los campos donde Meta tiene una fuerte presencia, pero Facebook cuenta con más de 2.910 millones de usuarios, e Instagram tiene más de 1.470 millones de usuarios.

¿Podríamos vivir sin Facebook?

La respuesta lógica a esta pregunta sería: Sí, por supuesto, podemos vivir sin Facebook o Instagram. Sin embargo, las cosas en los tiempos actuales no son tan triviales.

Cuando solemos pensar en las redes sociales, la idea de influencers, contenido divertido y banal puede venir rápidamente a la mente. Aún así, lo cierto es que, para muchas personas, las redes sociales como Facebook o Instagram sirven como una forma de conexión entre personas que comparten los mismos intereses o que se preocupan por los mismos temas.

Nos queda es comprender la naturaleza de nuestra relación con la tecnología, establecer las reglas básicas y aprender de cada error. Roma no se construyó en un día después de todo.

En algunas sociedades, las redes sociales son la mejor manera de obtener las últimas noticias o seguir el desarrollo de los últimos acontecimientos; por esto las fake news son un problema en muchas partes del mundo: la necesidad de obtener información puede ser mal utilizada por los "chicos malos" para difundir información errónea o establecer una agenda con objetivos no legítimos.

No olvidemos también que la razón por la que muchas empresas y marcas de terceros acuden a las redes sociales es para acercarse a sus clientes; no solo para promocionar y vender sus productos y servicios, sino también para ser más convenientes en el momento en que un cliente puede estar buscando apoyo o ayuda.

El hecho de que hayamos incorporado estas tecnologías de una manera tan natural en nuestra vida cotidiana hace que sea increíblemente difícil renunciar a ellas, y al igual que la entropía en el universo, esta interdependencia seguirá aumentando con el tiempo.  Entonces, lo que nos queda es comprender la naturaleza de nuestra relación con la tecnología, establecer las reglas básicas y aprender de cada error. Roma no se construyó en un día después de todo.