LUZ PARRONDO
Directora del Postgrado en Blockchain y otras tecnologías DLT
El boom de los NFT (Non-Fungible-Tokens) en el mercado del arte no se puede entender sin entender blockchain, una tecnología que permite presentar digitalmente cualquier activo del mundo físico incrementando la confianza, la trazabilidad y la seguridad de su comercialización.
La “tokenización” de activos en blockchain es la representación de un activo físico en el mundo digital. Esto quiere decir que, a través de esta tecnología, activos como el dinero, los bonos del tesoro, los bienes inmuebles, la energía, los alimentos, la música, las películas y las obras de arte pueden ser representados y comercializados en el mundo digital. A pesar de que todos estos elementos son “tokenizables”, no es lo mismo representar digitalmente una moneda de euro que un cuadro de Picasso. Los tokens que representan monedas de euro son fungibles, es decir, intercambiables entre sí. Pero el token que representa un Picasso no es intercambiable, se trata de un token no fungible o, en inglés, Non-Fungible-Token. Es decir, un NFT.
La representación digital no solo identifica el cuadro, sino que contiene toda su información: autor, año, técnica, lugar de creación, lugar de venta, marchante, etc. Al comercializarse a través de blockchain, la trazabilidad del NFT es imposible de falsificar. Las falsificaciones se vuelven imposibles: no la del cuadro físico, sino la de su NFT. El intercambio, además, puede realizarse utilizando todas las opciones de blockchain, incluidos los Smart contracts y las DApps incrementando así la rapidez y la confianza en la ejecución de acuerdos.
En la actualidad, la diferencia entre el mundo físico y el digital parece evidente. Pero gracias al desarrollo de tecnologías como la realidad virtual o blockchain, esta separación se difumina cada vez más.
El pasado 8 de marzo, un NFT que representa la obra “Morons”, del famoso artista callejero Banksy, se vendió por casi 400.000 de dólares. El NFT fue creado por un grupo de criptoinversores que compró el cuadro (físico) por unos 100.000 dólares en febrero, lo tokenizó y después lo quemó. “Morons” (“idiotas”, en inglés) es una pintura que satiriza la industria del arte y que representa una bulliciosa subasta por un lienzo enmarcado y con unas palabras en mayúsculas que dicen: “No puedo creer que estos idiotas compren esta mierda”.
Banksy, de quién aún no se sabe su verdadero nombre, parodia una fotografía de la venta récord de “Los girasoles” de Vincent Van Gogh en 1987 realizada por Christie’s. El 4 de marzo, cuatro días antes de su venta, los criptoinversores incineraron el cuadro en una transmisión en directo por Twitter en Brooklyn, Nueva York.
"Morons", BanksyA partir de ahora, la obra “Morons” no existirá en el mundo físico, pero continuará existiendo eternamente en el mundo digital. Un NFT no se deteriora y no se puede plagiar. Su vida es infinita. Y su valor, probablemente, también.
Quizás esta práctica pueda parecer nueva, pero no lo es. Durante décadas, las obras de arte se han comercializado sin necesidad de que el original se mueva del almacén. ¿Qué diferencia hay entre intercambiar “virtualmente” una obra que se encuentra permanentemente en una caja fuerte o intercambiar el NFT de una que ha sido quemada y ya no existe? Si la finalidad del comprador es meramente especulativa, ¿es necesario que el original exista? Este grupo de criptoinversores parece opinar que no. Por supuesto, no todos deciden quemar el original, aunque probablemente no sea una opción muy relevante en el proceso.
En estos meses, el fenómeno NFT ha experimentado un fuerte crecimiento y ya encontramos muchos ejemplos de criptoarte con ventas récord. Por ejemplo, Mike Winkelmann (aka Beeple), conocido por sus llamativas y distópicas obras, ha venido el NFT más caro del criptoarte por 777.700 dólares.
Por otra parte, Sergio y Nadia, considerados pioneros del criptoarte, han vendido 530 obras por más de 4,4 millones de dólares. Su arte se inspira en los principales problemas de la sociedad, el medio ambiente, la humanidad y las criptomonedas. Sergio y Nadia también realizaron una colaboración con AsyncArt y CryptoKitties para lanzar una colección de arte vanguardista inspirado en los famosos CryptoKitties. En esta colección, cada “capa” es una obra de arte dinámica individual que su propietario puede cambiar a voluntad. La suma de todas las capas conforma el “master”, una obra maestra social en constante evolución impulsada por un Smart contract que lo integra todo.
Otro ejemplo de criptoarte es la obra de Mad Dog Jones que se caracteriza por su estilo urbano surrealista y postapocalíptico. Recientemente anunció el lanzamiento de una colección de 10 piezas NFT en Ethereum titulada “Crash + Burn & Burn Mechanic”, las cuales, además, tienen música incorporada.
Como vemos, el mundo del arte trasciende al plano físico gracias a la tecnología y comercia representaciones digitales que no pueden ser plagiadas o deterioradas y cuya trazabilidad y seguridad es mucho mayor que cualquier obra física transformando no solo su distribución sino también el arte en sí mismo.