Ana Freire
Directora del Área Académica de Tecnología
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3941 personas acabaron con su vida de forma voluntaria en España en 2020, la mayor cifra registrada en la historia, que solo corresponde a la punta del iceberg de los problemas de salud mental de nuestra sociedad. Muchas de estas personas no habían acudido a una consulta psicológica, pero algunas quizás sí que lo habían intentado, sin éxito.
En España hay tan solo seis profesionales en psicología por cada 100.000 habitantes, cuando la media europea se sitúa en los 18. Esto ocasiona que algunas consultas no superen los 15 minutos de duración, tiempo que roza la ridiculez cuando estamos hablando de un problema de salud mental.
A pesar de la elevada demanda de atención psicológica en los últimos años, no ha sido hasta 2021 cuando se ha aprobado una estrategia de salud mental, obsoleta desde 2009
La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que en 2030 la primera causa de discapacidad estará asociada a salud mental. Está claro que tenemos un grave problema de salud pública que avanza sin solución e, incluso más, sin atención. A pesar del incremento de la demanda de atención psicológica durante los últimos años, no ha sido hasta 2021 cuando se ha aprobado una estrategia de salud mental, que no se renovaba desde 2009.
Dicha estrategia pone varios temas sobre la mesa. Entre ellos, la prevención a través de la educación.
La educación, como siempre, puede ser de gran ayuda en edades tempranas para aprender a gestionar situaciones complicadas y limitar así el impacto de los problemas mentales y su arrastre hacia edades adultas. Pero para ello deben introducirse en absolutamente todos los centros educativos sesiones de educación emocional que permitan a los más jóvenes desarrollar dos características clave para la mejora de la salud mental: la empatía y la resiliencia.
Urge introducir sesiones de educación emocional en todos los centros educativos para que los jóvenes desarrollen dos características clave para mejorar la salud mental: la empatía y la resiliencia
La primera se define como la "capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos". Son numerosos los estudios que asocian la falta de empatía con el acoso escolar, que tantos problemas de salud mental desencadena. Por otra parte, la resiliencia, definida como la "capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos", es clave para superar situaciones traumáticas.
Hagamos un hueco en el currículo escolar para la educación emocional, aun sacrificando otro tipo de enseñanzas que no tendrán un impacto tan beneficioso en la vida del alumnado.
Habitualmente, cuando se habla de tecnología en relación con la salud mental, es considerado un agente negativo. Así se ha visto recientemente tras la publicación en el Wall Street Journal de los llamados "Facebook Files", donde se exponen los resultados de estudios internos de la compañía Meta, que demuestran que las redes sociales pueden acentuar algunos problemas mentales.
La mayoría de usuarios en redes que demuestra sufrir anorexia suelen ser mujeres de hasta 29 años. El 60% de ellas, de menos de 19 años
Sin embargo, como toda herramienta, las redes sociales también tienen su lado positivo y pueden contribuir a compensar la falta de recursos en salud mental a través de campañas de ayuda dirigidas a usuarios con necesidad de apoyo emocional. Es el caso del proyecto STOP ("Suicide prevenTion in sOcial Platforms"), dirigido desde la UPF Barcelona School of Management y en el que colaboran expertos y expertas en análisis de datos, psicología y psiquiatría pertenecientes a siete instituciones de nivel internacional.
STOP estudia las redes sociales analizando, mediante técnicas computacionales y de inteligencia artificial, texto, imagen y actividad de usuarios anónimos para descubrir los patrones comunes entre personas con tendencias suicidas, depresión o trastornos de la conducta alimentaria. Por ejemplo, se ha observado que en redes sociales, los usuarios que demuestran sufrir anorexia suelen ser mujeres de hasta 29 años (el 60%, de menos de 19 años) y con interés en dietas veganas o vegetarianas, pérdida de calorías muy rápida y rutinas de ejercicios muy exigentes.
La campaña coordinada por el proyecto STOP logró alcanzar a más de 660.000 personas e incrementó en un 60% las llamadas al Teléfono de la Esperanza
Esta información permitió lanzar una campaña las pasadas navidades dirigida a usuarios anónimos que encajaban en perfiles asociados a diferentes problemas mentales. En estos casos, los usuarios podían ver anuncios con el Teléfono de la Esperanza o el Teléfono de Prevención del Suicidio, teléfonos de apoyo emocional gratuitos activos las 24 horas del día. La campaña se ejecutó durante 24 días, llegó a más de 660.000 personas de todo el territorio estatal e incrementó en más de un 60% el número de llamadas al Teléfono de la Esperanza provenientes de redes sociales. En ese 60% se incluían personas que, muy probablemente, no habían podido acudir a una consulta, pero que pudieron encontrar ayuda en estas líneas telefónicas mientras utilizaban sus redes sociales. Este proyecto abre nuevas vías de acción adaptadas al siglo XXI para contribuir a una mejor salud mental.
La inclusión de la educación emocional en el currículo escolar y la utilización de la tecnología para complementar los servicios de atención psicológica son dos factores cruciales para la mejora de la salud mental en la sociedad. Pero no nos olvidemos de que quizás los mejores agentes de apoyo seamos nosotros mediante escucha activa. Sintámonos responsables de detectar cuando alguien cercano necesita ser escuchado/a y simplemente hagamos eso: escuchar. Es gratuito y efectivo.