Reponsable del Área Académica de Personas y Organización
Directora del Máster en Dirección y Gestión de Personas en las Organizaciones
La crisis del coronavirus ha acontecido un factor acelerador de cambios que, en algunos casos, ya se estaban produciendo en las empresas y la sociedad. Uno de estos cambios, es la manera como organizamos y hacemos el trabajo. Antes de la aparición del coronavirus, un número reducido de empresas habían implementado sistemas de trabajo flexibles, basados en el trabajo por objetivos, que permitían combinar el trabajo presencial en la empresa con el teletrabajo. Estas empresas ya habían identificado las ventajas e inconvenientes de trabajar desde casa, y estaban inmersas en un proceso de mejora contínua del sistema. Con la aparición del coronavirus, el proceso de implementación del teletrabajo se ha acelerado, de forma que muchas empresas que todavía no lo habían puesto en práctica, han tenido que adaptarse a este sistema de trabajo de manera forzada por no tener que parar su actividad.
Antes del coronavirus, algunas empresas ya habían identificado las ventajas e inconvenientes de trabajar desde casa y estaban inmersas en un proceso de mejora contínua
Sin duda, esta forzada experiencia en teletrabajo ha servido de punto de inflexión y puede provocar un inevitable cambio de paradigma con múltiples afectaciones: en la cultura organizativa de las empresas, en las relaciones interpersonales, en la movilidad, en el bienestar personal, la conciliación, etc.
Según un estudio de Kahneman et al. (2004), en el cual se analiza la afectación en la sensación de bienestar que generan según qué actividades cotidianas, la socialización después del trabajo es la actividad que, después de las relaciones íntimas, genera un impacto mayor en el bienestar de una persona en un día cualquiera.
En cambio, los desplazamientos matinales son la actividad que tiene asociada un porcentaje más alto de tiempo en estados emocionales desagradables.
El teletrabajo, a través de la reducción de los desplazamientos, puede contribuir a incrementar el bienestar de los trabajadores consiguiendo eliminar de la rutina diaria actividades que tienen un impacto negativo en el bienestar de las personas. Aun así, inevitablemente el teletrabajo puede provocar la reducción del tiempo destinado a actividades que contribuyen ampliamente al bienestar y satisfacción personal, como es el caso de la socialización después de trabajar.
El teletrabajo, a través de la reducción de los desplazamientos, puede contribuir a incrementar el bienestar de los trabajadores
En esta línea, según un estudio realizado por la UPF Barcelona School of Management del mes de abril de 2020, donde se analiza la perspectiva de personas trabajadoras sobre varios aspectos relacionados con el trabajo y el impacto que ha tenido el teletrabajo en ellos, los trabajadores perciben el teletrabajo como una vía para mejorar su calidad de vida: reducir el estrés y los desplazamientos, mejorar la alimentación, disponer de más tiempo para el ocio, el deporte o la familia.
De este estudio también se desprende que, las personas de edad más próxima a la jubilación son las que muestran más satisfacción con el teletrabajo. Son las que más valoran la flexibilidad que les permite el teletrabajo.
Por otro lado, la disposición al teletrabajo va directamente relacionada con las obligaciones de carácter familiar. Las personas más jóvenes son las que muestran más indiferencia con el teletrabajo, son también las que acostumbran a tener una menor carga de obligaciones familiares y a menudo no están emancipadas. Aun así, el hecho de tener un círculo social próximo al ámbito profesional afecta la disposición, en cuanto que los más jóvenes se sienten más cómodos en un lugar donde tengan más facilidades para la relación social. En cambio, las personas más mayores, que acostumbran a tener más obligaciones familiares, valoran más positivamente la experiencia de teletrabajar y expresan más predisposición a continuarlo haciendo. Hay una percepción del teletrabajo como herramienta para incrementar la conciliación y poder compatibilizar las responsabilidades profesionales y familiares de una mejor manera.
Así, podemos decir que con el teletrabajo ha habido una mejora generalizada de la conciliación a pesar de que con ciertos matices. En primer lugar, esta mejora ha sido percibida como mayor en el caso de los hombres que en el de las mujeres. Esto puede ser a causa de la adopción de diferentes roles según el género en las tareas domésticas y/o las responsabilidades familiares.
El teletrabajo debe ser una fórmula de trabajo que responda a la voluntariedad de las personas y a la flexibilidad por parte de la organización y de los empleados
Por otro lado, según datos del estudio de la UPF-BSM anteriormente mencionado, los resultados sobre la conciliación de la vida profesional y personal varían en función de las características y de la situación familiar de cada persona encuestada. En líneas generales, los hombres perciben una mejora de la conciliación superior a las mujeres, con el teletrabajo. Las personas en las franjas de edad superiores son las que han percibido una mejora más significativa de la conciliación. En la misma línea, las personas que ostentan cargos de dirección también han sido los más favorecidos en términos de conciliación, seguramente porque son personas que pasan mucho tiempo fuera de casa y, a causa del confinamiento, han podido pasar más tiempo en familia.
Para concluir, después de estos resultados y observaciones, son muchas las preguntas que se plantean en un futuro inmediato. Cómo se resolverá la situación después del estado de alarma que recomienda el teletrabajo? Continuarán las empresas y organizaciones con este sistema de teletrabajo o se volverá a la presencialidad existente anteriormente? Y, en caso de continuar con el teletrabajo, cuál será la fórmula más extendida?
Desde mi punto de vista, el teletrabajo tiene que ser una fórmula de trabajo que responda a la voluntariedad de las personas y a la flexibilidad por parte de la organización y de los trabajadores. Siempre desde la flexibilidad es cuando realmente podemos aprovechar este sistema para aumentar el compromiso de las personas con las organizaciones y, por lo tanto, aportar bienestar por aquellos/se que así lo perciban. No todo el mundo trabaja mejor desde casa, no todas las personas tienen largos desplazamientos que ocupan un tiempo considerable de su jornada, ni por supuesto, todas las personas tienen unas condiciones en casa que les permita hacer el trabajo a distancia con garantía de calidad (espacio, concentración, ruido, etc.). En este mismo sentido la fórmula existente en algunas organizaciones de unos días fijos a la semana tampoco creo que sea la más acertada. Creo que tiene que existir esta opción para todo aquel que lo considere adecuado, siempre que su rol lo permita y, como se ha mencionado, con flexibilidad por ambas partes y coherencia.
Sin duda, todas estas preguntas tendremos que ver como se resuelven en los meses próximos y qué impacto tienen en la conciliación de la vida personal y profesional.